Instrucciones metódicas:
Tenga todo listo: mida con precisión el vinagre y la leche antes de comenzar. Debes tener todos los ingredientes preparados con anticipación porque este plato avanza rápidamente una vez comenzado.
En una cacerola grande, hierva la leche a fuego medio después de verterla. Para evitar que se pegue, revuelva de vez en cuando. Lleve la leche a un punto cercano a ebullición, o aproximadamente 190 °F en un termómetro.
Agregue el ingrediente mágico: cuando la leche alcance la temperatura deseada, retírela del fuego y agregue lentamente el vinagre blanco. La leche se cuajará a medida que la acidez del vinagre haga su trabajo. Deja reposar la mezcla unos minutos. La cuajada, que son los componentes sólidos, se separará del suero, que es el líquido, durante este período.
Prensa y tensión: Tome una estopilla limpia o una toalla de lino fino y colóquela sobre un colador. Vierta la mezcla en la tela para capturar la cuajada. Presione la cuajada suavemente para exprimir el suero sobrante y luego forme el queso.
Agregue sabor y sabor: coloque el queso en un plato después de retirarlo del paño. Para realzar aún más el sabor, puedes condimentar el queso con un toque de sal, hierbas o especias. ¡Siéntete libre de saborearlo de inmediato!
Compartiendo la felicidad
«El mayor placer de cocinar», como siempre decía mi abuela, «es servir a los demás. » Extiéndelo sobre galletas saladas, viértelo en espaguetis o simplemente disfrútalo sobre pan fresco; este queso hecho a mano es ideal para los tres gracias a su sabor suave y textura aterciopelada. Cuando se sirve el vino que combina tan bien, trae un poco de tradición italiana a su mesa, haciendo que surjan cuentos y recuerdos.
Aprecia el placer de elaborar tu propio queso y la facilidad de este método. A medida que creas nuevos recuerdos, es una excelente manera de recordar los viejos. Las mejores recetas, cuando se elaboran con mimo y se comparten con los seres queridos, tienen el poder de unirnos y sacar lo mejor de la cocina casera.
